miércoles, 3 de junio de 2015

Una fiesta para cambiar la ciudad.

   Llega como cada año la festividad del Corpus Christi en Sevilla. Esta fiesta  religiosa instaurada por la Iglesia Católica en el siglo XIII y que con el devenir del tiempo se convirtió en la muestra del poderío de los distintos gremios ciudadanos. Llega a nuestros días cargada de una simbología propia que habla del engalanamiento del espacio urbano, más aún en esta ciudad de alma mudante y efímeras permanencias como es, de hecho, Sevilla.



   Hace unos años tuve la suerte de realizar un trabajo sobre la idea de una instalación efímera para el Corpus en Sevilla, en el marco de un curso dedicado a la arquitectura efímera y la ciudad en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. De ese ejercicio conservo aún los dibujos, los paneles y la maqueta que realicé.


   Se trataba de intervenir sobre la plaza del Salvador de Sevilla, transformándola para la celebración. Tomando como referentes las escenografías y arquitecturas efímeras que en el Renacimiento tuvieron a Sevilla como marco (recibimientos reales tanto de Carlos I como de Felipe II), así como las propias maquinarias y decorados que se construían en la ciudad para festejar el Corpus, diseñamos un espacio que ocultaba la ciudad mundana, cotidiana, creando un lugar para la fiesta. El motivo elegido oculta las fachadas de los edificios mediante una serie de grandes telas tensadas, alabeadas y plegadas como un manto que se extiende sobre ellas, creando sombras, movimiento y perspectivas cambiantes. Jugamos así con la comprensión y distensión del espacio. Del mismo modo los pliegues textiles se desarrollan como una gran filacteria inscrita con las palabras de la oración del Agnus Dei, pues se celebra la consagración de la Eucaristía, ese "cordero de Dios que quita el pecado del mundo". La palabra como conjuro en la oración, pues la liturgia también es palabra. Pero el escenario para la fiesta ha de tener todos los elementos que nos aislen del entorno y a la vez respeten la prerrogativa de la sagrada forma para ir bajo palio. El espacio tiene techo, un techo que se configura con una serie de tensores sobre los que se colocan velas, esos toldos que llaman a la tradición naval de la ciudad. Por último está el elemento central. Necesitamos un momento de apoteosis durante la celebración. En el centro de la plaza unas rampas conducen a un estrado por donde va a circular la procesión y que exaltará mediante la altura los distintos elementos de esta. En ese punto central, bajo un baldaquino que vuela colgado de la virtual techumbre de la plaza, donde, flanqueado por cuatro pilares transparentes a modo de relicarios, que en su interior muestran apiladas joyas y piezas de orfebrería como se hacía en tiempos en los tradicionales túmulos de vasijas y bandejas, que podemos observar en las representaciones de cortejos procesionales similares a este en épocas pasadas. Enmarcando estos también con el humo del incienso, la apoteosis de la llegada de la Custodia al centro de la plaza.




    Pero toda esta instalación no es exclusiva para la jornada de fiesta. En Sevilla la fiesta, quizás más verdadera, por sentida en la expectación, es la víspera. En las vísperas del Corpus esta plaza acogería una representación teatral, donde el espectador, mediante la participación de todos los sentidos (la actuación de los actores, los bailarines, la música, los olores, el contacto con la muchedumbre, etc.) participaría de un espectáculo total. Proponíamos que este espectáculo previo representara un descenso a los infiernos, en la tradición de los ejercicios espirituales, que terminara con un purgatorio del que somos liberados a la mañana siguiente por el paso del cortejo de la sagrada forma.


   Ya fuera de este núcleo principal programático de la instalación, esta podría ser marco durante todo el fin de semana posterior, de conciertos, representaciones teatrales y espectáculos de diversa índole en torno a esta festividad, que trascendiera su vertiente religiosa y volviera a ser expresión donde la propia ciudad se miraba, como en un espejo deformante, imaginándose otra, quizás mejor, quizás distinta, por unos días.


  Este año, gracias al Ruesga Theater Lab, hemos podido volver sobre esa idea y realizar, a partir de ella, esta propuesta de intervención urbana para la festividad del Corpus Christi. Gracias a la imagen virtual se ha recreado la materialidad de dicha propuesta sobre el espacio urbano de la plaza del Salvador de Sevilla.